Frases que inspiran

"Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez"

Principio de Hanlon


domingo, 13 de febrero de 2011

Clamando victoria antes de tiempo

Estos días, mientras procuro informarme sobre lo que está aconteciendo en Egipto, me ha venido a la mente esa inquietante cita de Orwell (“No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura” tomada de su obra 1984). Al leer y escuchar a los corresponsales allí destacados, pareciera que en sus crónicas exhiben mayor euforia que la que manifiestan los propios cairotas. En honor a la verdad, es justo reconocer el relevante papel que han jugado los periodistas. Como altavoces mediáticos que son, han dotado a las protestas de una dimensión tal que los líderes del “mundo libre” no han dejado pasar la oportunidad y se han sumado al clamor de la plaza Tahrir y, salvo algún inoportuno “verso suelto”, se han visto en la tesitura de exigir la renuncia del que era, hasta hace pocos telediarios, un aliado táctico.
Bien está que la prensa de masas y los políticos occidentales hayan caído en la cuenta de que en la ancestral “tierra de los faraones” impera un régimen despótico (deberíamos plantearnos si alguna vez en la historia, los egipcios vivieron libres de él) pero resulta un poco sonrojante que en tan pocas semanas hayan cambiado tanto de actitud. Salvo las contadas “voces sensatas” que siempre han defendido una política exterior basada en la “paz, libre comercio y sincera amistad” , nuestros dirigentes no tienen suficiente con intentar controlar las vidas de sus sufridos ciudadanos sino que además intentan “jugar a líderes mundiales” extendiendo su influencia más allá de los territorios en los que resultaron elegidos.

De todas partes surgen “entendidos” que alertan de la trascendencia global de lo que está aconteciendo, urgiendo a los países occidentales a actuar para “controlar” la transición. Hay quien ha llegado a comparar esta escalada de revueltas populares con el “colapso del poder soviético en Europa del este” . Sin querer restar trascendencia a la actual conmoción que sacude el mundo musulmán, compararlo con la caída del “muro de protección antifascista”, me parece algo erróneo. Sobre todo por un pequeño matiz. Ya que, cuando el poderío del “imperio rojo” inició su vertiginoso declive en 1989, ello estuvo propiciado por la acción decidida de las potencias occidentales en pos de la derrota del comunismo. En el caso que nos ocupa, sin embargo, causa risa comprobar que, hasta que las protestas desbordaron a los regímenes de Túnez y Egipto, la “Internacional Socialista” no se percató de lo poco “socialdemócratas” que resultaban ser dichos regímenes.
En fin, por si acaso el mundo no anduviese ya bastante revuelto, tenemos un nuevo foco de inestabilidad geopolítica. Y conviene recordar que, aunque de momento nos alegremos ante la expectativa de un “avance de la libertad” en tierras donde hasta hace poco ese anhelo parecía lejano, no somos los únicos que celebramos jubilosos el “derrocamiento del tirano”.

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