Frases que inspiran

"Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez"

Principio de Hanlon


domingo, 22 de mayo de 2011

Sobre el Movimiento 15-M

 No acierto a ponerme de acuerdo conmigo mismo. Dudo. No sé si puede resultar trascendente o si quedará en un episodio pasajero y completamente estéril. Ni tan siquiera estoy seguro de que esto se mantenga por mucho más tiempo. De ser así, cabría coincidir con los que opinan que los recientes acontecimientos responden a una estrategia coordinada por las estructuras de poder y los agitadores acampados no serían entonces más que unas marionetas en manos de la “izquierda” gobernante. Se entendería así a los que manifiestan su franca desconfianza hacia los movilizados.


 Video promocional del Movimiento 15-M

Sin embargo, mientras unos se carcajean de altura intelectual de los "indignados", nuestros servicios de espionaje (los que pagamos con nuestros impuestos al menos) ya se han infiltrado entre los protestantes. Algo de interés tendrá el movimiento si el CNI les considera dignos de una investigación.

"Indignados" congregados en la Puerta del Sol y no precisamente para
dar la bienvenida al año nuevo  (si bien algunos de ellos opinarían 
que ha dado comienzo una "nueva era")

Vistas las instantáneas de las protestas tomadas por todos aquellos que están documentando lo que allí pasa no cabría esperar gran cosa, y menos nada bueno. Y si bien estos acontecimientos suponen publicidad para la marca “España”, dudo que les esté haciendo mucha gracia a los más directamente afectados.

La prensa y los medios de comunicación de masas, siempre tan ávidos de titulares impactantes y de consignas fáciles de divulgar, han tardado poco en bautizar a los acampados en múltiples ciudades españolas como el movimiento de los "indignados" . Se ve que, sino los manifestantes, al menos sí los periodistas han leído el libelo del nonagenario Stéphane Hessel. Todo un panfleto, de apenas 10 páginas, bastante apto para calzar muebles u otros usos menos honrosos. No obstante, a pesar de su dudosa calidad dentro del género, no ha tardado en convertirse en un éxito de ventas en el dinámico mercado editorial.


 "Indignados" plácidamente sentados en la plaza de la Fuente Dorada, en Valladolid

Por supuesto, si nos remitimos a su manifiesto fundacional, que muchos ya se han encargado de diseccionar no resulta prejuicioso catalogar a los “indignados” como la énesima compulsión de ese cadáver político que es la “socialdemocracia”. La sospecha se confirmaría si descendemos a las propuestas concretas, que constituyen el clásico recetario comunista. Si bien puede haber surgido alguna idea interesante, me adhiero a la contrapropuesta que al grito de ¡Libertad real, YA!, establece una auténtica hoja de ruta que nos llevaría realmente a un cambio revolucionario. Resulta por tanto obvio que semejantes disensiones impedirían cualquier tipo de entente común entre aquéllos que claman por su servidumbre y los que reclamamos que se respete nuestra libertad individual.

Por otra parte, con cierto cinismo se podría apuntar que “democracia real” es precisamente lo que tenemos, o “democracia coronada” si se prefiere. Estamos probablemente ante un grito desesperado de un claro exponente de "fundamentalistas democráticos", la primera pataleta de la generación “NI-NI”. Obviamente, excesivo me parece catalogar este movimiento como la “Spanish Revolution” aunque los principales blogueros ya intentan entender su trascendencia.

Analistas de todo tipo están ya enfrascados en la dura tarea de explicar sus orígenes, inclusive se atreven a hacerles propuestas. Los más atinados se centran es destacar la importancia simbólica de lo que parece haber comenzado y  la relevancia de la RED en todo lo que está sucediendo. Incluso hay analistas políticos que supieron ver tempranamente la repercusión que podría tener este movimiento antes de que las convocatorias se llevaran a efecto por lo que resulta interesante conocer sus reflexiones una vez que el éxito de las mismas es ya patente (I, II, III).

Quizás estemos ante un síntoma claro de la "crisis de la democracia". Quizá debiéramos comprender que lo que llamamos “democracia” más bien debiera ser denominado “oclocracia”. Cierto es que lo que realmente tenemos es una “partitocracia” oligárquica que, al amparo del mal llamado “estado del bienestar”, mantiene felizmente sometida a las masas con subvenciones y reglamentos ad hoc.


 La crisis de las instituciones personificada en 
los costes de soportar a la "casta política"

En fín, de todas maneras, no está de más recalcar la inviabilidad de la "economía asamblearia" que propugnarían buena parte de los “indignados”. Tampoco es baladí resaltar que “La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario”. Y no sólo soy yo quien opina así. Con esas palabras se expresaron Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista. En su primera parte reflexionaban sobre los progresos traídos por la Revolución Industrial y el dinamismo político y social instaurado gracias a la irrupción en política de la burguesía. Desde entonces, ciertos grupos de presión se han esforzado en constreñir el espíritu emprendedor de la sociedad y socavar el libre mercado a merced de aumentar la voracidad confiscatoria del Estado, de la que resultan beneficiados muchos de estos cabilderos y las corporaciones, partidos o los estados para los que trabajan. No obstante, parece que el reflujo ha comenzado y algunas de estas estructuras gremiales que se benefician de su privilegiada relación con el Estado han comenzado a ser desplazadas. Esta sí es una noticia netamente positiva y esperanzadora.

Esa es la hoja de ruta que debemos seguir para regenerar el sistema político erigido tras la Transición y que, a día de hoy, amenaza ruina. Si no somos capaces de una voladura controlada del mismo y de levantar un nuevo régimen sobre los sólidos cimientos de la defensa de las libertades individuales, el actual sistema acabará derrumbándose sobre nosotros, aplastando o aplazando sine die cualquier opción de cambio.

Para terminar, me quedo con una de las consignas plasmadas en una de tantas pancartas que pudieron verse en las múltiples concentraciones de “indignados” y que transmite la disyuntiva que está en juego, o vencen unos o prevalecerá el otro.

“Nosotros NO somos anti-sistema, el SISTEMA es anti-nosotros”

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