Me refiero a la ocurrencia de Paul Krugman que, con toda su desvergüenza habitual, expuso en la CNN.
Aunque esta hipótesis ya haya sido desacreditada en múltiples ocasiones, sigue constituyendo uno de los mitos que rodean al “New Deal” La verdad, es que la mera lógica debiera ayudar a concluir que una actividad netamente destructiva como la guerra difícilmente contribuirá a la productiva “creación de riqueza”. Sin embargo, una y otra vez resurge el absurdo. Por supuesto, muchos son los supuestos “expertos” que se sumarían a la sugerencia de un incremento discrecional del gasto público como panacea universal.
Siguiendo lo dicho por Krugman, al hacer esto,
los alienígenas nos estarían haciendo un favor.
Pero ello no es lo más grave. Cuando el auténtico despilfarrador, por muy “pragmático” que le vean sus aduladores, que ocupa el despacho oval cae a sus niveles más bajos de popularidad habría quien pudiera pensar que un “acontecimiento bélico” reforzaría su autoridad. El principal “lobby” del complejo militar-industrial ya sugirió que entrar en guerra permitiría a los EE.UU. salir de la crisis. En este contexto, las exigencias de Obama a otros jefes de estado, por muy despóticos que sean sus regímenes, debiera alertar a todos. Parece que cada minuto que transcurre en Oriente Medio nos acerca cada vez más a una guerra de enormes proporciones.
Mientras tanto, en suelo americano, las protestas civiles se antojan inminentes y bien pudieran justificar la instauración definitiva del “estado policial” a la par que servir de excusa para una jugosa “mordida” fiscal.
Que se le va a hacer, la mente humana es insondable. Si hay gente capaz de pensar que unos “malvados especuladores”, que están sufriendo su peor mes desde la quiebra de Lehman Brothers, son los responsables de un “golpe de estado”, resulta perfectamente coherente que mientras el gobierno federal americano coquetea con la “suspensión de pagos”, algunos, “erre que erre”, se apresten a aporrear el “tambor de guerra”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario