Hablar de la codicia en términos de “pecado capital” poco comentario me merecen. Sin embargo, sí es digno de reflexión una consecuencia directa, aunque no la única causa, de la política antinatalista instaurada progresivamente desde el fin del franquismo. Ilustrativas son las ideas de Alejandro Macarrón que acaba de plasmar recientemente en un libro de sugestivo título: El suicidio demográfico de España y cuyo resumen gráfico debiera despertar la conciencia de todos.
La decadencia demográfica de Europa
Yo, que me precio de considerarme “ateo católico”, suelo contemplar con cierta indulgencia algunas inoportunas ocurrencias que propaga la Iglesia y sus instituciones. Me gusta remarcar que el “libre mercado” tiene raíces cristianas y que algunas de las contribuciones más tempranas y acertadas a la teoría económica de la que bebió después la “escuela austríaca” tuvieron firma de miembros del clero. No obstante, cuando señalan un aspecto clave, es de justicia reconocérselo y difundirlo convenientemente. En verdad, uno de los problemas de la presente crisis no es el futuro que legaremos a las futuras generaciones sino la existencia misma de descendencia a la que traspasarle nuestro desaguisado.
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