Video promocional del Movimiento 15-M
Sin embargo, mientras unos se carcajean de altura intelectual de los "indignados", nuestros servicios de espionaje (los que pagamos con nuestros impuestos al menos) ya se han infiltrado entre los protestantes. Algo de interés tendrá el movimiento si el CNI les considera dignos de una investigación.
"Indignados" congregados en la Puerta del Sol y no precisamente para
dar la bienvenida al año nuevo (si bien algunos de ellos opinarían
que ha dado comienzo una "nueva era")
Vistas las instantáneas de las protestas tomadas por todos aquellos que están documentando lo que allí pasa no cabría esperar gran cosa, y menos nada bueno. Y si bien estos acontecimientos suponen publicidad para la marca “España”, dudo que les esté haciendo mucha gracia a los más directamente afectados.
La prensa y los medios de comunicación de masas, siempre tan ávidos de titulares impactantes y de consignas fáciles de divulgar, han tardado poco en bautizar a los acampados en múltiples ciudades españolas como el movimiento de los "indignados" . Se ve que, sino los manifestantes, al menos sí los periodistas han leído el libelo del nonagenario Stéphane Hessel. Todo un panfleto, de apenas 10 páginas, bastante apto para calzar muebles u otros usos menos honrosos. No obstante, a pesar de su dudosa calidad dentro del género, no ha tardado en convertirse en un éxito de ventas en el dinámico mercado editorial.
"Indignados" plácidamente sentados en la plaza de la Fuente Dorada, en Valladolid
Por otra parte, con cierto cinismo se podría apuntar que “democracia real” es precisamente lo que tenemos, o “democracia coronada” si se prefiere. Estamos probablemente ante un grito desesperado de un claro exponente de "fundamentalistas democráticos", la primera pataleta de la generación “NI-NI”. Obviamente, excesivo me parece catalogar este movimiento como la “Spanish Revolution” aunque los principales blogueros ya intentan entender su trascendencia.
Analistas de todo tipo están ya enfrascados en la dura tarea de explicar sus orígenes, inclusive se atreven a hacerles propuestas. Los más atinados se centran es destacar la importancia simbólica de lo que parece haber comenzado y la relevancia de la RED en todo lo que está sucediendo. Incluso hay analistas políticos que supieron ver tempranamente la repercusión que podría tener este movimiento antes de que las convocatorias se llevaran a efecto por lo que resulta interesante conocer sus reflexiones una vez que el éxito de las mismas es ya patente (I, II, III).
Quizás estemos ante un síntoma claro de la "crisis de la democracia". Quizá debiéramos comprender que lo que llamamos “democracia” más bien debiera ser denominado “oclocracia”. Cierto es que lo que realmente tenemos es una “partitocracia” oligárquica que, al amparo del mal llamado “estado del bienestar”, mantiene felizmente sometida a las masas con subvenciones y reglamentos ad hoc.
La crisis de las instituciones personificada en
los costes de soportar a la "casta política"
Esa es la hoja de ruta que debemos seguir para regenerar el sistema político erigido tras la Transición y que, a día de hoy, amenaza ruina. Si no somos capaces de una voladura controlada del mismo y de levantar un nuevo régimen sobre los sólidos cimientos de la defensa de las libertades individuales, el actual sistema acabará derrumbándose sobre nosotros, aplastando o aplazando sine die cualquier opción de cambio.
Para terminar, me quedo con una de las consignas plasmadas en una de tantas pancartas que pudieron verse en las múltiples concentraciones de “indignados” y que transmite la disyuntiva que está en juego, o vencen unos o prevalecerá el otro.
“Nosotros NO somos anti-sistema, el SISTEMA es anti-nosotros”
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